La Llave del Sureste es el sobrenombre que recibe la ciudad Acayucan, el cual se le da por hallarse en un punto geográfico donde confluyen varios caminos, lo cual reviste la importancia comercial que tiene esta zona para los municipios vecinos como son Soconusco, Oluta y San Evangelista, así como Rodríguez Clara por mencionar algunos.
Recorrer Acayucan es perderse un momento en el tiempo, y para quien está acostumbrado a la modernidad de un puerto como el nuestro, quizás hallarse en una ciudad en donde aún se respira un ambiente campirano otorgado por habitantes de los municipios cercanos, podría resultar aburrido.
Sin embargo, recorrer su animado zócalo que luce un kiosco tradicional y admirar la hermosa iglesia de San Martín Obispo, con sus dos torres y campanas, así como el precioso atrio central, es una buena razón para no arrepentirse de haber gastado los 44 pesos que cuesta el traslado desde Coatza, y esto en servicio de primera, el cual le recomiendo pues no es mucha la diferencia con el SUR, y claro que ira cómodamente sentado.
Acayucan es otro mundo, una ciudad y municipio con identidad propia donde confluyen costumbres chiapanecas y del istmo oaxaqueño con lo veracruzano, así como la presencia de los grupos indígenas de la sierra.
Quizás nuestro viejo Puerto México sea muy joven en comparación con el hogar de los orgullosos acayuqueños, quienes afirman que si tomas agua del Temoyo, el viejo manantial sagrado, nunca podrás dejar esta ciudad. Es primordial para el visitante no desdeñar la importancia histórica de esta región.
Basta pensar en un momento en la figura de Miguel Alemán González precursor de la Revolución Mexicana, y evocar el romanticismo que para los veracruzanos de corazón, orgullosos y consientes de sus raíces significan las llanuras de Sotavento, es razón suficiente para no desdeñar volver a Acayucan y sentir sobre el rostro precisamente el viento de Sotavento, bastante distinto a la brisa marina del Golfo de México, donde sólo aquí podría haber nacido nuestro amado “norte”.